Pintura de Sarolta Bang |
Un lugar interdisciplinario para el análisis de las interacciones humanas. Por Valle Bilbao.
Páginas
miércoles, octubre 29, 2014
¿Cuándo hay que sentarse a resolver un conflicto?
lunes, octubre 27, 2014
Objetar no es descalificar
miércoles, octubre 22, 2014
Dañar la autoestima del otro
Miradas lejanas, de René Magritte |
Este comportamiento es de una torpeza mayúscula. Las personas nos revolvemos volcánicamente cuando lesionan el concepto que tenemos de nosotros mismos, cuando lastiman o intentan dañar nuestra dignidad, cuando nos tratan de un modo inmerecido que envilece nuestra condición de personas. Nada nos desgarra más por dentro que sentir que alguien intenta devaluar la imagen positiva que tenemos de nosotros mismos. Lo verdaderamente desolador es que la mayoría de las ocasiones solemos lastimar la autoestima en escenarios de conflicto en los que para su resolución necesitamos la colaboración de la otra parte. ¿Qué cooperación puedo recibir de una persona a la que le acabo de magullar su autoestima? Es una situación absurda que se da muy a menudo cuando las emociones se inflaman y la racionalidad se va de vacaciones. La solución también es fácil. Esperar a que las emociones se apacigüen y no intentar nada hasta que el intelecto vuelva de allí. A veces no retorna y por eso finalmente hay que recurrir a la intervención de terceros (mediadores, árbitros, representantes, jueces). kant defendía que la autoestima es un deber hacia uno mismo. Yo añado que también lo es la autoestima de los demás.
lunes, octubre 20, 2014
Hablarse bien
Stonedhead II, de Didier Lourenço |
viernes, octubre 17, 2014
Breve elogio de las Humanidades
La mirada, litografía de Didier Lourenco |
Hace poco me preguntaron en una entrevista de radio qué cambiaría del sistema educativo. La pregunta no era extemporánea. Venía motivada porque estaba presentando el libro La educación es cosa de todos,incluido tú (Editorial Supérate, 2014). Mi respuesta fue tan breve como sincera: «No tengo ni idea. No soy la persona adecuada para responder a algo así». La presentadora se quedó un poco decepcionada por mi contestación. Con un silencio incómodo me impelió a decir algo más. Entonces comenté que una de las fallas que contemplo en el actual sistema educativo, pero por extensión en el orbe del conocimiento, es que prima una educación exacerbadamente tecnificada en la que las Humanidades están siendo paulatinamente desterradas de la oferta curricular y del discurso social. Se promociona y se imparte una educación empecinada exclusivamente en la empleabilidad, en lo que la filósofa norteamericana Martha Nussbaum denomina en su ensayo Sin ánimo de lucro «una educación para la obtención de renta».
Un amigo mío, profesor de Filosofía en un colegio, me comentó esta semana que todos los años comienza el curso preguntando a sus alumnos qué es un ser humano, y que ante esa pregunta todos los chicos y chicas se encogen de hombros. Las Humanidades sirven para responder a ese interrogante. Nos hacen tomar conciencia de tres cosas nucleares que muchas veces se nos olvidan: que somos personas, en qué consiste el acontecimiento de ser persona, y que todas esas alteridades con las que interactuamos en el ecosistema social son igualmente personas y por tanto equivalentes a nosotros en derechos y deberes. Cuando hablo de Humanidades no me refiero a abstracciones sofisticadas, sino a literatura, arte, cine, música, teatro, filosofía, ética. No creo que haya un propósito más noble por parte de la educación que el de enseñarnos a tratar a los demás con la misma consideración que exigimos para nosotros, es decir, mostrar interés y respeto hacia el valor positivo que una persona solicita para sí misma. Esta conducta higienizaría actuales decisiones políticas, económicas, financieras, sociales, en las que las personas son agentes muy secundarios e irrelevantes si suponen un obstáculo para la maximización del lucro privado. Para incardinar esta actitud en nuestro comportamiento es primordial ver al otro como una prolongación de nosotros mismos. Y sólo podemos ver al otro de este modo ético si nos zambullimos en el arte, los relatos, la música, la filosofía, el cine, las narrativas, en todas aquellas manifestaciones que nos hacen reflexionar en torno a nosotros, nos afilan la naturaleza empática, nos viviseccionan y nos muestran en qué consiste vivir y convivir. A mí me gusta repetir que no hay mayor optimización del beneficio de todos que el cultivo de las Humanidades. Espero haber aclarado por qué.
martes, octubre 14, 2014
Somos racionales, pero también muy irracionales
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Las emociones no tienen inteligencia, los sentimientos sí.
Para solucionar un conflicto mejor buscar su patrón que su solución
miércoles, octubre 08, 2014
¿Lápiz o pistola?
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Yo no te he convendido, te has convencido tú.
Breve elogio de las Humanidades.
¿Una persona mal educada o educada mal?
viernes, octubre 03, 2014
Día Mundial de la Sonrisa
Sonrisa. Óleo de Cristina Blanch, 2002 |