Psiconomía (Aguilar, 2009) es una obra firmada por el comentarista en los mass
media Javier Ruiz. Experto en cuestiones económicas a las que ha
dedicado su formación superior académica, la afilada capacidad de
argumentación que Javier Ruiz esgrime en los debates se transparenta en
este esayo. En sus páginas trata de demostrar que un elevado porcentaje
de nuestras decisiones está patrocinado por la irracionalidad. Muchas
de las tesis que defiende están corroboradas por la economía del
comportamiento (con Dan Ariely a la cabeza), en la que se prueba
empíricamente cómo prima más la dimensión psicológica que la racional en
la toma de decisiones. El ensayo se adentra en la irracionalidad sobre
todo cuando ejercemos el rol de actor económico. De ahí ese juego de
palabras que da título a la obra, Psiconomía. Frente a la economía
tradicional que defiende la disciplina como una rigurosa ciencia exacta,
el ensayo revoca esta idea y presenta un buen número de sesgos que
cuestionan que las cosas sean tan predecibles como divulga la ortodoxia.
El ser económico se rige por coordenadas irracionales que descabalan
muchos de los postulados que supuestamente rigen las interacciones
monetarias. De ahí las burbujas bursátiles, las anomalías, las estafas,
el pánico, las crisis.
El autor estudia el efecto manada (tendemos a mimetizar
comportamientos de un modo gregario), el anclaje (nuestro cerebro
estandariza los términos de una relación), la coherencia arbitraria (a
través de un primer elemento construimos con coherencia el resto de
precios, que sin embargo pueden ser dolorosamente incoherentes), la
aversión a la pérdida, las dioptrías económicas, el complejo de dotación
(damos más valor a lo propio que a lo ajeno), el sesgo de confirmación
(sólo atendemos aquella información que concuerda y refuerza lo que ya
pensábamos). Todos son sesgos que también gozan de una centralidad
indiscutida en la denominada negociación irracional. Muchas de nuestras
decisiones apuñalan nuestra cordura y la desangran hasta su deceso. De
ahí que tomemos conductas incongruentes. «Hay más pereza mental que
razón en nuestras decisiones», concluye el autor. La segunda parte del
libro explica cómo se activan todos estos sesgos en el fragor de los
parqués y los mercados. El subtítulo del libro es elocuente: La economía de Harry el sucio.
Conociendo la comparecencia de todo este ejército de sesgos, el delirio
bursátil trata de potenciarlos para alcanzar la maximización de
beneficios. El libro identifica estas inclinaciones
irracionales y pertrecha al lector de conocimiento para inhibir su
presencia a la hora de deliberar y decidir. Muy útil tanto para
nuestras resoluciones económicas como para cualquier quehacer en el que
se implique el comportamiento humano.
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