Pintura de Francis Bacon |
Con motivo de mi último artículo sobre la envidia (ver), una
lectora, a la que desde aquí agradezco su participación, preguntaba con muy
buen criterio si existe la envidia sana. En ese mismo texto yo citaba a Hobbes. El autor
del célebre «el hombre es un lobo para el hombre» ya distinguía entre la
emulación y la tristeza que sentimos cuando observamos la prosperidad ajena. Platón acuñó una de las definiciones de educación más sólidas de todas
las que yo he leído: «Educar es enseñar a admirar lo admirable». Cito aquí a
Platón porque su apelación a lo admirable vincula con la envidia sana. Podríamos
decir que este tipo de envidia es sinónimo de intentar
reproducir lo admirable que vemos en el otro, el deseo de replicar en nuestra vida lo que consideramos plausible. No tiene nada que ver con el dolor
interior, o el daño de contemplar en el otro lo que a nosotros nos falta, sino
con el deseo de mimetizar lo valioso. Probablemente lo admirable correlacione con el
comportamiento más que con bienes, experiencias o estatus (uno de los lugares sobre
los que la corrosión de la envidia opera con más ahínco sobre el envidioso). La envidia sana es la contemplación de lo elogiable y el deseo de aplicarlo a nuestra vida sin que en ese trasvase sintamos tristeza. Al contrario. En casos así lo que se suele sentir es inspiración e impulso. La envida sana sería la antesala del
aprendizaje vicario, el resorte que moviliza energías para que el ejemplo ajeno
se erija en maestro propio. Aprendemos aquello que observamos en los demás, que suele ser validado por la comunidad, y que
consideramos útil para mejorar nuestra vida. Aquí no hay envidia malévola y deletérea, esa que se sitúa en las antípodas y se activa cuando alguien desea con inquina lo peor a aquel con quien se siente en insoportable desventaja. Acaso tampoco en la envidia sana haya nexos que la emparejen con el sentimiento social de la envidia, aunque el lenguaje coloquial se refiere a ella en estos términos. Hay deseos de mimetizar una conducta que extraería de nosotros una versión más afinada.
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