En este libro (Paidós, 2013) la catedrática de Ética y Filosofía Política en la Universidad
de Valencia responde a la pregunta ¿Para que sirve realmente la ética? Voy a intentar sintetizar la contestación que comparte en sus páginas. La ética consiste en conjugar
justicia y felicidad. La felicidad es una cuestión muy personal que cada uno rellena según sus valores individuales (la autora en otras obras se refiere a este
horizonte como ética de máximos), pero sin embargo las personas, al ser
entidades vinculadas, requerimos unos mínimos económicos, sociales y
políticos para poder articular una vida
digna de ser vivida (la denominada ética de mínimos).
Resulta fácil elucidar por tanto que la felicidad articula la idea de vivir, y la justicia la de convivir. Podríamos decir que la ética es una travesía que intenta cruzar, a
través del ejercicio deliberativo y de la conciencia de interdependencia con los
demás, del «yo prefiero esto» a «nosotros queremos esto porque es lo
justo». La ética como reflexión incorpora al otro en las deliberaciones y sus consecuentes decisiones,
tiene en cuenta el impacto de nuestras acciones en los demás,
ve al otro en función del modelo de sujeto que se da a sí mismo.
La solución a los males que asolan la vida necesita indefectiblemente la participación de la ética en el paisaje político que es la vida en común. Sólo lograremos un mundo más equitativo y por lo tanto
más hospitalario si vemos en los demás una prolongación de nosotros
mismos, si en nuestras valoraciones introducimos al otro en tanto que el otro me afecta y le afecto, si
emponderamos a las personas en vez de empobrecerlas tanto en el acceso a
recursos como en la adquisición de autonomía. Estas visiones se
alcanzan desde una conducta empática, humanista, de ver en el otro un
fin en sí mismo y no un medio con el que optimizar el lucro, en fomentar
la predisposición a cooperar y cuidar al otro en vez de depredarlo, en
acompañar al saber técnico de un marco de fines que enaltezcan nuestra
condición de seres humanos, de educar para formar ciudadanos críticos y
cabales en vez de sujetos exclusivamente competitivos para obtener empleabilidad en el mercado
laboral. Este mapa es el territorio de la ética. Una
reflexión sobre qué es lo que más nos conviene a todos, no a mí, ni a
mis intereses económicos, ni a mi lucro privado, ni a mis deseos más
personales. A todos. A ti, a mí y al resto.
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No hay nada más práctico que la ética.
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