jueves, abril 23, 2015

El libro contra la desmemoria


Uno de los deseos más arraigados en el ser humano es el de encontrar soportes duraderos en los que depositar su memoria. La historia de la humanidad es la liza permanente de qué hacer para guarecerse del olvido, qué inventar para evitar que la experiencia adquirida se diluya con el advenimiento de la muerte. De ese deseo y sus múltiples ocurrencias para satisfacerlo nació el libro. Nuestra cultura es acumulativa y la humanidad ha agotado mucho tiempo en concebir artificios que inmunizaran la información y el conocimiento contra la desmemoria. La travesía de ese almacenaje parte desde algo tan poderoso y mágico como las representaciones icónicas de las cuevas hasta llegar a la construcción del lenguaje articulado. Ese lenguaje se solidificó en la escritura cuneiforme de los sumerios registrada en tablas de arcilla, de ahí saltó al revolucionario papiro egipcio, al carísimo pergamino medieval, al libro códice, al alucinante papel chino, a la increíble imprenta de Gutenberg en el siglo XV, al multisecular libro contemporáneo, al e-book, a las nuevas y múltiples metamorfosis de soportes que propone la mutación digital. En los libros descansa aquello que las mentes más preclaras de la humanidad han dejado por escrito tras discernir mucho, ordenar el desorden en el que se incuban los hallazgos creativos, encontrar la palabra nítida y exacta, corregir una y otra vez hasta hacer que la idea se presente del modo más inteligible posible para ser compartida. Este legado se llama cultura, el préstamo que nos conceden nuestros antepasados y también nuestros coetáneos para que ahora nuestra inteligencia no parta de cero ni en sus elucubraciones ni en la elección de recursos. Basta con abrir un libro o encender un dispositivo electrónico para sentir la infinita suerte que tenemos de poder aprovecharnos del triunfo de la memoria frente al olvido. Feliz Día del Libro a todos.



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