Vianey, Face |
Esta trampa cognitiva no tiene delimitaciones y sirve para consideraciones sobre aconteceres propios y ajenos. Ocurre frecuentemente cuando hacemos valoraciones de nuestra vida, cuando escrutamos los episodios que jalonan nuestra biografía, cuando nos damos una vuelta por el ayer y detenemos el paseo allí donde se produjo un fracaso (especialmente los de índole sentimental, aunque según las encuestas las rumiaciones laborales en tiempos de gran recesión suelen ser muy frecuentes). Entonces nos reprochamos las malas decisiones que tomamos en su momento, lo miopes que fuimos ante una obviedad, lo obtusos que nos mostramos ante lo que era una aparatosa evidencia, la trampa abstrusa que no vimos y que nos hizo vivir años estériles cuando era cristalino que lo mejor era zanjar ese proyecto y empezar uno nuevo. En estas introspecciones tendemos a olvidarnos de que adoptamos aquellas decisiones porque con los elementos de evaluación que disponíamos en ese instante nos parecieron buenas, o las menos malas del repertorio. Existe una expresión especialmente lacerante que utiliza la desviación retrospectiva para lanzar reproches y simultáneamente eximirse del contenido del propio reproche: «Te lo dije». Esta expresión suele ser tramposa y fácilmente refutable: «Me dijiste esto y muchas otras cosas más. Sin embargo, ahora sólo recuerdas la que verifica la nueva información, y omites el resto».
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Somos racionales, pero también muy irracionales.