Obra de Alex Katz |
Cuando se
habla de crisis de valores yo siempre apelo a la relación vinculante entre la
trinidad que conforman los valores éticos, los valores personales y los valores
financieros. Dicho más sencillamente: la relación de vasos comunicantes que
entablan la razón cívica y la razón económica. El imperativo biológico del
dinero, y su impúdica desnudez provocada por la crisis financiera de 2008 y por
todas las crisis incubadas a lo largo de la historia, demuestran que para que
exista una burbuja crediticia y financiera antes ha de alimentarse una
degradación de las preferencias y contrapreferencias que dan sentido a la experiencia de vivir. El
escenario posibilitador de la especulación y de la inversión (sus fronteras son
muy tibias y cuesta balizar el principio y el final de la una y de la otra) necesita
la fragilización de todo aquello que impide su irrupción inicial y su eclosión ulterior. La especulación anclada
en bienes materiales necesita que se opere sobre el deseo, sobre ese borbotear
que provoca la presencia de una ausencia. Existe toda una taxonomía de deseos,
pero los tres basales son el deseo de ampliar posibilidades, el deseo de
vinculación social y el deseo de alcanzar confort psíquico y material.
En realidad esta triada es nodal, y la consecución de uno de los deseos provoca
el crecimiento en el otro. También al contrario, si uno de estos tres deseos se
desinfla irrevocablemente deshinchará el porcentaje de satisfacción de los otros dos.
Toda la producción en la que se basa la civilización del trabajo intenta mutar el contenido de estos deseos que metabolizan la vida y la construcción de autoestima. No es gratuito que uno de los principios de la pedagogía comercial consista en intentar crear rápidamente la sensación de necesidad en el cliente, o que a principios del siglo pasado se considerara impúdico mostrar las mercancías en los escaparates puesto que azuzaban el deseo del transeúnte. Carlos Castilla del Pino recuerda que el sentimiento surge para la satisfacción del deseo, así que esta mutación es en realidad una manipulación sentimental. Si la vida sentimental es una constelación formada por emociones, sentimientos, cognición, eje axiológico, deseos y conductas, la deflación del mundo ético provoca un disturbio sentimental que se neutraliza con la satisfacción del nuevo deseo promovido por los prescriptores sociales y económicos que extraen un beneficio de ello. En los paisajes valorativos depauperados «tener» equivale a «ser», aunque para «tener» uno haya tenido que dejar de «ser» (ser es aquello que queda de nosotros cuando lo hemos perdido todo, según feliz definición de Erich Fromm, siempre tan preocupado por estos asuntos). Es imposible que crezca la titularización de valores financieros si previamente no se trastoca severamente la estratificación de los valores personales y comunitarios. Dicho como si fuera un lema. Crisis de valores, festín de especuladores.
Artículos relacionados:
¿Hay crisis o no hay crisis de valores?
Educar es educar deseos.
¿Quieres ser feliz? Desea lo que tienes.
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